«De las montañas emana una fuerza que nos llama hacia sus dominios, y allí están,
para siempre, nuestros amigos, cuyas almas grandes soñaron con las alturas.
No olvidéis a los montañeros que no han vuelto de las cumbres».
(Anatoli Bukreev)

 

     Primer Viernes de mayo, día de fiesta grande en el que Jaca celebra la victoria de sus habitantes -allá por el año 760- sobre los moros invasores. Hoy llueve y nieva en el Pirineo, es un día frío y gris que todavía nos entristece más el corazón al recordar que el 4 de mayo del año pasado, Primer Viernes de mayo, fallecía nuestro amigo y colaborador Paco Valero mientras estaba en misión humanitaria en las montañas de Nepal.
     Mientras escribo, contemplo su fotografía: mirada interesante, ojos profundos acostumbrados al sol, a la luz cegadora de las laderas nevadas y al reflejo de las paredes mojadas de un barranco. Semblante serio, con un punto de sonrisa irónica de quien ha vivido lo suficiente como para leer “entre líneas” cuando trata con las personas y saber “de qué pie cojean”. Frente amplia, serena, sin arrugas a pesar de haber traspasado la frontera de los 60. Alto, de complexión atlética, muy acostumbrado al deporte a diario, al esfuerzo que requiere el rescate en montaña. En su interior, un espíritu libre indomable, idealista y muy comprometido con la ayuda al prójimo. Guardia Civil, comprometido con el rescate en montaña, con la formación-conducción de montañeros-esquiadores-barranquistas, y con la ayuda a las poblaciones desfavorecidas de las montañas de Nepal.
     El espíritu de Paco sólo podía caber en el cuerpo de un montañero. Un montañero de los de verdad, de los de toda la vida. Claro, que si estuviéramos en la Edad Media este perfil encajaría también en el de un caballero Templario, con la salvedad de que Paco tenía esposa y dos hijos, de que la religión no le iba mucho y de que la guerra no era lo suyo.
     Las muchas horas de camino por la montaña y de cursos CUEMUM compartidos dieron pie a revelar ilusiones y anhelos, a hacer frente a dificultades, a resolver muchos imprevistos, a disfrutar de los pequeños logros, de los detalles más insignificantes, en definitiva, a vivencias que nos acercan al “ser verdadero” de cada uno de nosotros. En la montaña, cuando las cosas se ponen difíciles, se ve lo mejor y lo peor de cada uno. Por eso, hay que rodearse de “buenas personas” y saber aprovechar lo mejor de cada uno para que el trabajo en equipo sea fructífero. Paco era una buena persona, un gran profesional y un amigo de largo recorrido.
     Si hemos de destacar dos aspectos de Paco, nos inclinamos por los de humanista y solidario. Por ello y por considerarlo un referente ético y símbolo de compromiso personal con los montañeros y montañeses, la Junta Directiva de la Asociación de Medicina de Montaña José Ramón Morandeira -con sede en Chía (Huesca)- ha aprobado la creación del PREMIO “Paco Valero” de Humanismo Solidario en la montaña, de carácter bianual y dotado con 1.500 euros.
     Este premio se crea para reconocer a personas, entidades, instituciones y otros organismos que se ocupan de promover, difundir, trabajar por la salud, la educación y el desarrollo sostenible en zonas de montaña desfavorecidas y que se destaquen por su espíritu humanista y solidario.
     Las bases del citado Premio podrán consultarse a partir de junio en www.jrmorandeira.blogspot.com.es y en la web de la Asociación www.jrmorandeira.org