Hoy es de esos días que hubiera pedido a José Ramón que se encargara de escribir. Ha sido un día intenso en emociones, trayectos por la city y quehaceres inaplazables. La foto de las cinco de la tarde, al final de la reunión con el Comité de Reconstrucción del Valle de Nepal, pone en evidencia lo cansada que estoy. Pero el cansancio se cura con un sueño reparador. La pena y la impotencia, necesitan de otras medidas no siempre a nuestro alcance.

Nepal tiene un IDH (Índice para el Desarrollo Humano) muy inferior al de otros países que figuran en la lista de “prioritarios” para los programas de Cooperación para el desarrollo de Aragón, pero no está incluido. La pobreza, la mortalidad infantil, las enfermedades, el abandono, son realidades demasiado cotidianas en Nepal. Todavía más en Kathmandú. Lo que permite también la proliferación de supuestas organizaciones benéficas que no lo son en absoluto; aunque no siempre. A las ocho de la mañana y después de regatear intensamente el precio del taxi, hemos puesto rumbo al centro PABITRA SAMAJ SEWA NEPAL, del que Dawa tenía buenas referencias, y que dirige Dikchhya Chapagai, mujer de bondad infinita y de mediana edad. Acoge fundamentalmente a niños, pero también a mujeres desamparadas y ancianos sin techo. Hemos llegado cuando los niños estaban terminando de desayunar y se preparaban para ir al colegio.

La verdad es que en el orfanato, aunque han progresado barbaridad, hacen corto con todo. Y es que eso de dedicarse a criar niños, que comen como una orilla de río, cambian de talla de ropa y calzado cada seis meses, rompen que no veas porque no paran (y si paran, es peor), que necesitan pañales, biberones, libros, y un largo etcétera, es asunto poco rentable, por no decir totalmente ruinoso. Y si no, que se lo digan a tantas y tantas madres, que sabemos lo que cuesta criar un hijo; bueno, en mi caso, tres.
Hemos conocido la historia de algunos de ellos, algunas de echarse a llorar. Han recibido encantados las medicinas, ropa, papillas y ceras para dibujar. 

Mientras hablábamos con los niños y Dikchhya, el teléfono nepalí que tenemos para funcionar por aquí ha sonado varias veces. Mikel me tenía al tanto de los trámites en el aeropuerto para recoger el cargo. Iban contra-reloj haciendo el papeleo para retirar los bidones, porque los viernes cierran oficinas a las dos (el sábado es festivo en Nepal).

 

Como no hay gasolina ni gas para las cocinas, hemos les hemos comprado leña para cocinar: 150 kg por 30 euros, que durarán 15 días. Ana y Jesús, de la Cerdanya, han previsto volver por la tarde con la lista de la compra: arroz, leche, patatas, aceite, lentejas, y un largo etc.

 

 

 

Al salir del orfanato, unos han vuelto al Ministerio de Sanidad, para terminar igual que ayer. Explicaba la Dra. Moya (Marta para los amigos) que se han sentido como en la casa que enloquece  https://www.youtube.com/watch?v=5BKzHH0v2vc&noredirect=1
No queda más remedio que moverse en taxi. Y como la «pinta» de turistas foráneos no nos la quita nadie, hay que regatear el precio de la carrera antes de subirse, si no quiere uno pagar más de la cuenta.

 

Otros hemos ido a un enorme supermercado a comprar la comida para estos días de trekking. Hemos llenado un carro enorme ¡por 250 euros! para nuestra economía precios muy baratos, aunque caros para ellos. Como curiosidad, un litro de aceite de oliva BORGES, ¡cuesta casi 15 euros! No sé con qué impuestos se gravará el aceite, quiero decir, que ni es vino, ni es un coche; pero 11 euros de diferencia de precio con España parecen un gran negocio, por muchos impuestos que lleve y por mucho que cueste el transporte, que no será tanto.
A eso de las dos hemos llegado al hotel, pero había que terminar de “regatear” la compra de las tiendas de campaña, tarea que hemos encomendado a Lucía mientras ultimábamos detalles del trekking con Dawa.

Corriendo a la reunión (otro meeting) con el Lantang Reconstruction Committee que contaré mañana. Ha ido bien, pero ha sido larga. Y justo antes de terminar, Mikel ha llamado para explicar que a pesar de que constaban los bidones embarcados, cuando han ido a recogerlos al almacén del aeropuerto con todos los papeles en regla, los bidones no estaban. Así que, pasamos al plan B: mañana viaje en autobús público a Syabru Besi del grupo, pero yo me quedo en Kathmandu esperando los bidones. Mañana es festivo, así que a esperar al domingo. Si todo va bien, el lunes llegaré a Syabru Besi con los bidones del cargo aéreo. Durante unas horas hemos estado convencidos de que los podríamos tener hoy para poder salir mañana todos juntos, pero no ha sido posible. Y esta vez, no es culpa de Nepal, sino de la compañía aérea Turkish. 

A las siete cena y programación para los dos próximos días. Nos cuesta 36 euros cenar los 9, cerveza y agua incluidas.



Mañana, diana a las 5:30 para no perder el bus.